
Creación del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Centro de Estudios Uruguayos en el retorno a la democracia
Con el retorno a la democracia, la Universidad de la República (Udelar) afrontó importantes desafíos sociales, presupuestales y también de recomposición de su propia comunidad. En la entonces Facultad de Humanidades y Ciencias, una de las iniciativas fue la creación, en 1985, del Centro de Estudios Latinoamericanos (CEL) y del Centro de Estudios Uruguayos (CEU). El Consejo de la Facultad aprobó la creación de los centros en el mes de julio de dicho año y designó dos comisiones cogobernadas para la elaboración de sus objetivos y líneas de investigación.
Inicialmente los centros funcionaron en un local ubicado en la calle Rodó, entre Eduardo Acevedo y Emilio Frugoni (Montevideo), y sus primera y primer director fueron Lucía Sala en el CEL y José Pedro Barrán en el CEU, mientras la facultad funcionaba en el actual edificio de la Facultad de Psicología. Tras la creación de la Facultad de Ciencias y el renombramiento como Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), en 1992 se mudó a su sede actual, donde se previó un lugar para los centros. Esta mudanza es recordada con afecto por sus protagonistas, como un momento de renovación y crecimiento. Resultaba significativo poder habitar el mismo edificio que el resto de los institutos, lo cual facilitaba el encuentro con colegas y hacía que se sintieran parte del colectivo de la facultad. El espacio físico era muy distinto al actual, no tenía divisiones ni entrepiso, infraestructura que se fue incorporando con los años, al igual que las bibliotecas, las cuales generan un ambiente muy cálido.
Para su funcionamiento, la flamante FHCE de inicios de los noventa requirió de cambios en la estructura institucional. En este proceso, se resolvió la creación del Área de Estudios Interdisciplinarios, espacio académico integrado por el Centro de Estudios Interdisciplinarios Latinoamericanos (CEIL) y el Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (CEIU). Esta dimensión interdisciplinaria, explicitada en los nombres de los centros a partir de 1990, existía sin embargo desde su origen. Ya en 1985, al aprobar su creación, el Consejo de la Facultad determinó su propósito de «coordinar proyectos de investigación de relevancia interdisciplinaria entre los Departamentos de la Facultad».1 Con esta impronta, se convirtieron en un lugar de trabajo para investigadoras e investigadores de múltiples formaciones disciplinarias. En su recorrido, se abonó en estos espacios un espíritu hospitalario y de confraternización.
La creación de los centros respondía a necesidades emergentes, entre ellas contar con investigaciones sobre el pasado reciente en Uruguay y sobre los desafíos y coyunturas a los que hacía frente América Latina. También se procuró promover el diálogo de la facultad con organizaciones sociales, gremiales y políticas, en un contexto en el que se proponía construir lazos sociales en clave democrática y de derechos humanos. Instituciones como Serpaj (Servicio Paz y Justicia) o centros de investigación privados fueron entonces interlocutores privilegiados en estos primeros años de existencia de los centros, al igual que espacios semejantes de universidades en Chile, México y Argentina, entre otros países. Estos se vincularon estrechamente con las demandas emanadas de organizaciones sociales, lo que reflejaba las complejas pero fructíferas relaciones entre el espacio académico y otros actores sociales que acercaban sus propias agendas y saberes.
Sin embargo, el campo de estudio sobre el pasado reciente estaba lejos de estar consolidado, y la voz de las y los investigadores carecía todavía de legitimidad. La década del noventa, en particular a raíz del plebiscito de 1989, marcó un freno en los proyectos académicos sobre el proceso de desmoronamiento de las instituciones democráticas y el terrorismo de Estado. A pesar de este contexto poco alentador, los centros se mantuvieron como un espacio de reflexión, y en su seno aparecieron las primeras investigaciones y publicaciones sobre estos asuntos, gracias al protagonismo clave de figuras como Carlos Demasi y Álvaro Rico, ambos docentes del CEIU. Se fue estableciendo la periodización de la dictadura y de la transición y se fueron ordenando las fuentes y cuestionando los discursos predominantes. La labor de los centros —con sus publicaciones y eventos— permitió asegurar la presencia del pasado reciente en la agenda pública. En la segunda mitad de los noventa, de hecho, se dio un nuevo impulso a las demandas de justicia y verdad, como lo muestran los inicios de la Marcha del Silencio o la creación de la Comisión para la Paz. También se fueron afirmando en esos años colectivos de mujeres y reflexiones en clave de género, procesos de los cuales los centros no fueron ajenos. Graciela Sapriza fue, por ejemplo, partícipe del trabajo de recopilación de testimonios de mujeres que dio lugar a los tres tomos de Memoria para armar. El 2005 fue otro hito en el interés por el pasado reciente y el reconocimiento de la historia de la dictadura. En el marco de la primera presidencia frenteamplista, también significó una reconfiguración de los vínculos entre la academia y las políticas públicas. A pedido del gobierno de Tabaré Vázquez, un grupo de investigadores coordinado por Álvaro Rico y desarrollado en la órbita del CEIU emprendió un vasto proyecto que dio lugar a las publicaciones Investigación histórica sobre los detenidos desaparecidos e Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en el Uruguay (1973-1985). Podemos señalar otros indicios de la consolidación de la historia reciente en la academia, resultado de una demanda de la sociedad. Efectivamente, en este período se empezaron a conseguir financiaciones para el desarrollo de proyectos de investigación, en particular gracias al Fondo Clemente Estable y a la Comisión Sectorial de Investigación Científica. A su vez, fue clave la creación, en 2010, del Grupo de Estudios Interdisciplinarios sobre el Pasado Reciente, integrado por el CEIU, el Archivo General de la Universidad y el Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales.
Por su parte, y con el liderazgo de Lucía Sala, el CEIL se dedicó a la producción de conocimiento sobre América Latina, al abordar de forma comparada el estudio de las dictaduras en el Cono Sur, sus reformas agrarias, la organización y participación de la sociedad civil y la conformación del pensamiento crítico latinoamericano, entre otros temas. Para el desarrollo de esta labor fue fundamental el vínculo con investigadores e instituciones de la región. Consecutivamente, la coordinación del CEIL estuvo en manos de los profesores Alcides Beretta Curi, Yamandú Acosta y de la profesora Susana Dominzain, y el centro se organizó en torno a tres secciones de trabajo: Estudios de Género, Estudios Agrarios yPensamiento, Sociedad, Democracia. Luego, a partir de los dos mil, se creó el Observatorio Universitario de Políticas Culturales.
De estas secciones y del observatorio surgen numerosas contribuciones del Grupo de Investigación Multidisciplinar sobre Vitivinicultura Uruguaya en la Región Austral; también, referidas a políticas públicas sobre impunidad en Uruguay y Chile, perspectivas sobre globalización y democracia desde América Latina. La sección de Estudios de Género fue parte de la conformación del Grupo Multidisciplinario de Estudios de Género, que fue protagonista en la creación de la Red Temática de Género de la Udelar, y el observatorio tuvo a su cargo sucesivos informes a nivel nacional sobre imaginarios y consumos culturales.
El Centro de Estudios Interdisciplinarios Latinoamericanos y el Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos hoy: cambio generacional y nuevas perspectivas
Desde su creación, los centros han evolucionado junto con la agenda pública, la universidad, la facultad y las organizaciones políticas y sociales. La aparición de nuevas demandas en relación con diversos asuntos, como el pasado reciente, el género, la cultura, la democracia, entre otros, y la incorporación de integrantes son algunos elementos que motivaron cambios en los proyectos de investigación y el funcionamiento institucional. Tanto el CEIL como el CEIU se encuentran hoy frente a estimulantes desafíos. Por un lado, una parte significativa de la primera generación de investigadoras e investigadores que dieron un impulso decisivo a las actividades académicas y otorgaron a los centros una impronta y una dinámica propia se jubiló en los últimos años. Así, algunas de las líneas de trabajo que promovieron se continúan a través de la labor de las nuevas generaciones y, a la vez, aparecen nuevas miradas.
En el caso del CEIU, si bien la historia reciente está hoy consolidada tanto en la universidad como en la agenda pública, surgieron nuevas interrogantes sobre el pasado reciente como categoría de análisis y nuevas miradas sobre la transición democrática en relación con los desafíos políticos, sociales y culturales del presente. En este marco, se definieron varios ejes de trabajo: «Redemocratización en el Conosur posdictaduras»; «El campo artístico y cultural: espacios, actores, prácticas y discursos»; «Izquierdas desde la segunda mitad del siglo XX»; «Representaciones de la desigualdad y la pobreza»; «Teorías y representaciones de las crisis». Esta amplitud refleja la diversidad de las trayectorias de sus actuales integrantes y el afán de pensar los procesos políticos, culturales y sociales del pasado reciente desde una mirada abarcadora.
En el caso del CEIL, la perspectiva latinoamericanista también se ha ido transformando con la incorporación de distintos tópicos de relevancia social que merecen atención. Así, se da continuidad a sus secciones y al observatorio, que amplía su perspectiva de acuerdo a los intereses y perfiles del actual plantel de investigadoras, quienes se dedican a la investigación y la docencia sobre pensamiento feminista latinoamericano, reproducción asistida, esfera pública, estudios del cuerpo y neoliberalismo, trabajo artístico, y discapacidad y cultura, entre otros asuntos.
Archivos y bibliotecas
El CEIU tiene un acervo de más de treinta archivos del pasado reciente que han sido donados o puestos en custodia al centro por familiares o incluso por sus propietarios. En cuanto a las bibliotecas, ambos centros tienen colecciones generales. El CEIU cuenta con las colecciones de Manuel Claps y del Archivo de Lucha Armada «David Cámpora», y el CEIL, con las de Lucía Sala, de Blanca París y de Juan Oddone. Los archivos y bibliotecas se encuentran a disposición de investigadores, estudiantes y público en general.
Humanidades digitales
Este proyecto se propone, por una parte, la construcción de un espacio de publicación digital que habilite la producción, organización y jerarquización de datos digitalizados aplicados al corpus documental compuesto por los fondos documentales custodiados en el archivo del CEIU. De esta forma, se puede acceder libremente a la documentación digitalizada y editada con los parámetros establecidos. Resulta así una herramienta útil para estudiar algunos fenómenos cuyos efectos todavía son perceptibles en la sociedad uruguaya, tales como el exilio, los intercambios y circulación de proyectos políticos y culturales, además de los nuevos abordajes que pueden surgir del manejo digital de los documentos. Puede visitarse el sitio Humanidades digitales en este enlace.
Las revistas: primero Encuentros, luego Encuentros Latinoamericanos y Encuentros Uruguayos
Entre 1991 y 2006, con base en el trabajo mancomunado, el CEIL y el CEIU publicaron la revista Encuentros. Se trató de una revista de periodicidad anual e impresa. En 2006 Encuentros se transforma en dos revistas digitales: Encuentros Latinoamericanos y Encuentros Uruguayos, ambas arbitradas, publicadas primero con periodicidad anual y, posteriormente, bianual. Las revistas conforman espacios de difusión de las líneas de investigación del instituto y también se invita a especialistas del ámbito local, regional e internacional para coordinar dosieres temáticos, lo que promueve redes de trabajo y colaboración. Puede accederse a Encuentros Latinoamericanos en este enlace y a Encuentros Uruguayos en este enlace.
Agradecimientos
Mediante esta breve semblanza, y como parte de las celebraciones por los ochenta años de nuestra casa de estudios, queremos reconocer y saludar a investigadores, investigadoras, funcionaras y funcionarios tas que han desempeñado y desempeñan su labor en el CEIL y el CEIU. Muchos se han jubilado o siguen distintos recorridos, pero en todos los casos su labor ha sido y es fundamental para que este espacio académico se nutra de vínculos, proyectos, debates, aprendizajes y para que siga adelante.
1 Centro de Estudios Interdisciplinarios Latinoamericanos (s. f.). Historia del CEIL. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. https://fhce.edu.uy/historia-del-ceil/