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    Mario H. Otero



    A los diecinueve años, en 1949, Mario H. Otero (1929-2013) ingresó como estudiante de filosofía a nuestra facultad —en aquel entonces Facultad de Humanidades y Ciencias— y permaneció ligado a ella durante toda su vida. Ocho años después de su ingreso, obtuvo el título de Licenciado en Filosofía con la tesis titulada La crítica de la abstracción y la teoría del mundo en Berkeley, trabajo con el cual obtuvo el primer premio del concurso Obras Filosóficas, de la Universidad de la República (Udelar).

    En la década del cincuenta, estudió filosofía y matemática estadística con investigadores de la Universidad de Búfalo, y lógica y filosofía de las ciencias con René Poirier, en la Universidad de París. En esos años ingresó como profesor de matemáticas y de filosofía en instituciones de enseñanza secundaria.

    En 1960, defendió su tesis de doctorado El aporte de Boole y de De Morgan a la lógica formal, en la Universidad de París. Posteriormente, estudió lógica con Willard Van Orman Quine y realizó cursos y seminarios con Hilary Putnam, Burton Dreben y Morton White, como resultado de dos estancias en la Universidad de Harvard.

    En marzo de 1961, el Consejo de la Facultad lo designó profesor interino de Epistemología y de Historia del Pensamiento Científico. Dos años más tarde, renunció al segundo cargo y logró su efectividad en el primero, el cual ejerció, con una interrupción forzosa durante la dictadura civil-militar, hasta 1996. Bajo su impulso, en 1964, se creó en el Instituto de Filosofía la Sección de Filosofía de la Ciencia, luego Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia (1970), de los que fue director hasta su retiro. De cualquier modo, en los años posteriores permaneció ligado al departamento bajo la figura de docente libre. Ese mismo año, 1964, creó Galileo, primera revista dedicada a problemas metacientíficos de la región, «un importante canal informativo, en épocas de hemerotecas y bibliotecas desactualizadas; cuando no existía la web».1 La revista, con una interrupción entre 1973 y 1989, se publicó hasta 2013, bajo su dirección.

    En 1968, se acogió al régimen de dedicación total y, en 1972, asumió como decano de la facultad; fue el primer egresado de esa casa de estudios en desempeñar el cargo. El golpe de Estado de 1973 lo encontró en esa función y lo obligó a exiliarse en Argentina y en México. Fue investigador titular en Filosofía de la Ciencia en la Universidad Nacional Autónoma de México durante más de una década y director de la sección Historia de la Ciencia (1981-1985).

    A fines de 1984, retornó a Uruguay y tras la restauración democrática volvió a asumir, al año siguiente, como docente y decano de la facultad. A partir de 1986, tuvo a su cargo, además, la dirección del Instituto de Filosofía (1986-1990).

    En 1985, recibió una institución arrasada por la intervención militar, a la que tuvo que gestionar y recuperar durante su segundo decanato (1985-1990). Para ello, propició la repatriación de científicos nacionales que habían emigrado durante el período dictatorial. Con ellos, con el aporte de los pocos investigadores que habían permanecido en el país y con un conjunto de jóvenes entusiastas, logró recomponer los grupos de investigación. Durante su mandato

    se reformaron Planes de Estudio, se reinstauraron Institutos, se departamentalizó la enseñanza y la investigación, se dinamizó la producción editorial, se recuperaron las colecciones bibliográficas y se actualizaron las hemerográficas, se incrementó el relacionamiento académico internacional, […] se dinamizó la presencia de la Facultad en el medio y se jerarquizó su incidencia en el seno de la Universidad.2

    Otero tuvo, además, un papel destacado en el proceso de creación de la Facultad de Ciencias de la Udelar (1990). En contraposición al modelo de institutos centrales derivado del Plan Maggiolo, su propuesta era la creación de estructuras manejables que permitieran tanto en el campo científico como en el de las ciencias sociales trabajar más organizadamente. Sostenía que

    la creación de una Facultad de Ciencias Exactas y Naturales para las Ciencias Básicas y el desarrollo de las Ciencias Humanas y Sociales de un modo distinto a la actual dispersión resultante en gran medida aleatoria contribuirán a disponer adecuadamente de las capacidades existentes y formar los investigadores necesarios en campos fundamentales para la producción nacional.3

    Otero participó sistemáticamente de los órganos de cogobierno de la universidad, primero como representante de los estudiantes y, luego, de los docentes, en la Asamblea General del Claustro. Asimismo, integró el Consejo Directivo Central durante sus años de decano de la facultad.

    En 1995, recibió el reconocimiento de profesor emérito de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En 2009, el Consejo de la Facultad de Ciencias de la Udelar lo homenajeó nombrándolo doctor honoris causa.

    Su rica y variada producción intelectual comprende investigaciones en distintas áreas. En sus trabajos de historia y filosofía de la ciencia en general, Otero expone su concepción de la filosofía de la ciencia que, ya a principios de la década del sesenta, entendía como intersectante con la historia, la sociología y otras disciplinas que también se ocupan de analizar la ciencia. Una concepción que Otero no defendió meramente en el plano teórico, sino que asumió como compromiso y acción en la creación del área correspondiente en la Udelar. Una concepción que concebía a la filosofía de la ciencia como herramienta estratégica, aunque no decisiva, para el cambio progresista de la realidad político-social.

    Sus trabajos en historia y filosofía de las matemáticas y la lógica fueron reconocidos internacionalmente, e incluyen el análisis de momentos y aspectos importantes de la historia y la filosofía de las matemáticas y la lógica en los siglos XIX y XX, así como la presentación de textos significativos y poco conocidos de la historia de ambas disciplinas, en ocasiones, con sus antecedentes filosóficos.

    Particularmente en historia de las matemáticas en el Uruguay sus investigaciones revelan el interés y la importancia que Otero daba al desarrollo de las matemáticas en Uruguay y a su análisis. Dio a conocer, a través de ellas las etapas fundamentales del desarrollo de esta disciplina y su institucionalización en el país, su relación con los modelos internacionales correspondientes, su inserción en los distintos niveles educativos nacionales, pero también puso de relieve a los matemáticos uruguayos gracias a los cuales ese desarrollo fue posible.

    Por último, su producción en políticas e investigación científicas y educación en Uruguay muestra el compromiso de Otero con la realidad que en esos aspectos vivieron el país y la región. Un período especialmente prolífico a este respecto es entre las décadas del sesenta y ochenta, en el que Otero analiza desde las condiciones a las que se ven expuestas la investigación científica y la educación en esa etapa concreta, pasando por los requerimientos básicos y generales que deben ser tenidos en cuenta en el momento de diseñar políticas científico-tecnológicas en países como Uruguay, hasta la presentación de propuestas específicas para pensar posibles desarrollos o soluciones a estas problemáticas.

    Fue autor y editor de más de una decena de libros, entre los que se destacan La crítica de la abstracción y la teoría del mundo en Berkeley(1961),El lenguaje científico(1963),El sistema educativo y la situación nacional (1969), La filosofía de la ciencia hoy; dos aproximaciones (1977), Materialismo y ciencias naturales(1984),Eduardo García de Zúñiga. Lecciones de historia de las matemáticas (1990), Joseph-Diez Gergonne (1771-1859): Histoire (logique) et Philosophie des Sciences (1997), Kuhn hoy (1997), Constructivismo y realismo(2000), Sobre ciertos avatares de las llamadas matemáticas puras (2003). Asimismo, publicó numerosos artículos en revistas nacionales, regionales e internacionales, especializadas en las diferentes áreas de investigación que supo cultivar.

    A lo largo de su vida académica dedicó sus esfuerzos a forjar, desarrollar y profesionalizar la filosofía, y predicó con su propio ejemplo. En particular, en el área de historia y filosofía de la ciencia, lo que León Olivé ha dicho que Otero representó para México, «uno de los principales pilares con quienes construiríamos en mi país los programas y las instituciones que permitirían en definitiva la propagación y la profesionalización de la filosofía y la historia de la ciencia»,4 puede decirse también para nuestro país. Otero desarrolló y consolidó el campo disciplinario no solo en el ámbito de la Udelar, sino también en el ámbito nacional, y estrechó lazos con investigadores regionales e internacionales. Colaboró en la formación de muchas investigadoras e investigadores a los que estimuló y apuntaló con sus vastos conocimientos filosóficos y su capacidad crítica. Pero, sobre todo, fue un investigador comprometido, que creía que el papel de la reflexión histórico-filosófica debía traspasar los límites de la teoría y ser puesta en acción.

    Hacer historia de la ciencia y la tecnología sirve para conocer mejor el país, para analizar su desarrollo con mayor amplitud. Sobre todo su desarrollo tecnológico y de este modo poder planificarlo. No es solamente una búsqueda de antecedentes históricos, sino un ver y analizar la problemática del desarrollo, un buscar una explicación de los cuellos de botella y de los momentos de expansión.5

    Al conmemorarse el 80.º aniversario de la facultad, el Instituto de Filosofía decidió recordar la figura de Mario Otero como uno de sus investigadores y docentes referentes, que contribuyó no solamente al desarrollo y a la consolidación de dicha unidad académica, sino también de la propia facultad a lo largo de la mayor parte de estos ochenta años de vida institucional.


    1 González, C. (2009). Otero, la apertura de un diálogo enriquecedor. Galileo. Edición homenaje al profesor Mario H. Otero, 37-39; cita en página 38.

    2 Zubillaga, C. (2009). El decano Otero. Galileo. Edición homenaje al profesor Mario H. Otero, 41-43; cita en página 42.

    3 Otero, M. (2002). Reestructura: lo posible ya (FHCE informa, octubre de 1987). Galileo.Segunda Época, 26, 57-58; cita en página 57.

    4 Olivé, L. (2009). Saludo a Mario Otero.Galileo. Edición homenaje al profesor Mario H. Otero, 29-33; cita en página 30.

    5 Otero, M. (1980, 14 de diciembre). Entrevista a Mario Otero [Entrevista]. Históricas. Boletín de Información del Instituto de Investigaciones Históricas, 33-36 ; cita en página 35.




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