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    El fin del tabú, la nueva pandemia del siglo XXI



    El 20 de junio se llevó a cabo un taller sobre salud mental y prevención de la conducta suicida, a cargo de dos especialistas en gestión de servicios de salud: la magíster en Psicología y Educación Ana Monza y el licenciado en Psicología Gonzalo Di Pascua, del equipo de Programa de Respaldo al Aprendizaje (Progresa). Esta instancia tuvo como objetivo el desarrollo de una campaña de concientización en torno a prácticas y pautas de conducta de una persona suicida, con la finalidad de prevenir este tipo de comportamientos, lo que se manifestó como «una tarea colectiva, algo de nosotros para nosotros». Con esta frase como punto de partida, Ana y Gonzalo compartieron su experiencia de trabajo enfatizando en que desde hace años abordan esta tarea desde diferentes enfoques, lo que les permitió encontrar rutas que facilitan el diálogo sobre el tema y entender que es elemental poner en palabras el fenómeno, hablar abiertamente de lo sucede y, aunque «no es sencillo construir un lenguaje dentro del mundo de la educación», consideran que esa es su misión.

    Se abordó al suicidio con un emergente, catalogado como urgencia tanto a nivel social y de la universidad como también del país, categorizado en el Uruguay como un problema de salud muy importante. Se invitó a los allí presentes a participar y compartir sus experiencias cercanas, lejanas e incluso personales.

    Los oradores señalaron que no siempre una situación emergente vinculada al suicidio genera una oportunidad para la intervención mediante estrategias a diferentes niveles y declararon que «estaría bueno asumir, como facultad, el poder hacer algo constructivo que acompañe el sufrimiento, y desde un hecho trágico hacer un cambio, cuya ruta de acciones enriquezca a la institución».

    Posteriormente se dio lugar a una presentación en la que se repasaron los indicadores de la conducta suicida, desde los más comunes hasta los imperceptibles. Se analizaron datos como los sesgos, las poblaciones afectadas, brechas de género y generacionales, circundando la tasa total de víctimas afectadas, para después recorrer mitos y verdades sobre el suicidio aún vigentes en la sociedad y todo aquello que puede ser una señal de conductas de este tipo.

    Se abordó el ámbito educativo, lugar privilegiado para el desarrollo de proyectos vitales, subrayando que estructurar proyectos de vida debería formar parte del currículo para acompañar las trayectorias educativas y utilizando la institución para romper el estigma de pensar en el suicidio como sinónimo de desesperanza y hablar de proyectos que consistan en la construcción de espacios y actividades que nos acerquen más a la vida, «no pensarlo como una idea de muerte, sino que pensar en un compromiso con la vida».

    Durante la instancia se presentó el concepto de «bienestamos» como algo que se encuentra más allá del bienestar individual y que consiste en una sola salud orgánica que recae en lo colectivo: «si yo no estoy bien, él no puede estar bien, porque así no puedo ayudarlo», afianzando la idea de ayuda de uno al otro, generando un sistema para poder hablar y sobrellevar su angustia, fomentando círculos de trabajo y contención entre pares. También se abordó la asociación rápida como un inminente problema, dado que cuando hablamos de suicidio se cae en la idea de enfermedad mental, lo que da lugar a la creencia de que la persona está loca o enferma y este proceso de demonización produce un aislamiento que obstaculiza y aleja al individuo de la ayuda. 

    Es por eso que, según los especialistas, el acompañamiento cumple un papel fundamental, dejando de lado el prejuicio, eliminando rótulos o simplemente escuchando. Se destacó la importancia de no caer en el tabú, no categorizar como manipulación y no minimizar ni desestimar las emociones de la persona, como características para consolidar una red de sostén. Así como también luchar contra esas conductas que conducen al aislamiento de un individuo para contribuir al sentido de comunidad. 

    Llegando al cierre de la charla la actividad coincidió temporalmente con el Ensamble musical que se estaba llevando a cabo en el marco de la convocatoria «Habitar la facultad», lo que contribuyó a reflexionar sobre las posibilidades de generar sentido de pertenencia y dar pie al desarrollo de un sentido de vida personal desde nuestra casa de estudios, y esto nos remite a la promoción de enlaces con la vida, fomentando la creación de redes que habiliten a hablar, compartir e interactuar en función de los proyectos vitales. 

    Finalmente, en el marco de la intervención se invitó a una función de Cosas maravillosas, obra presentada por toda América y nominada a los premios Florencio. Un unipersonal que trabaja el tema suicidio con perspectiva de género y generaciones, a lo largo de la vida del protagonista. 

    La obra se presentará el lunes 22 de julio, a las 18.00 horas en el salón de actos de la FHCE y se constituye como el siguiente paso de las acciones conjuntas con Progresa.


    Redacción: Facundo Nicoletti, práctica preprofesional FIC.




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