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4. Sujetos, utopía y emancipación en la educación
Debatir sobre la educación implica una discusión sobre la sociedad que queremos construir. Necesitamos utopías que bosquejen futuros, horizontes hacia los que avanzar, convencidos de que somos protagonistas de la historia.
En efecto, el campo de la educación es múltiple y diverso, se desarrolla en diferentes espacios institucionales que trascienden la educación formal. Se despliega a través de distintas prácticas que nos vinculan en relaciones pedagógicas en tanto sujetos participantes, capaces de interrogarnos e imaginar cómo queremos vivir juntos. En este sentido, la emancipación es un imperativo ético para toda propuesta pedagógica, que comienza por preguntas, por un proceso de elucidación en las prácticas educativas, saber lo que se hace, por qué y para qué se hace.
Así, crear un espacio para preguntar, repensar la educación y nuestro trabajo como educadores y educadoras supone una oportunidad para construir otros discursos y sentidos. Se trata de apelar a una «pedagogía de tránsito» (Sosa, 1950, p. 25) que sostiene la posibilidad de intervenir pedagógicamente desde los espacios intersticiales, en las fisuras, para suscitar que algo nuevo sea posible.
Es aquella que convoca no solo a la reflexión, sino a la acción y a la resistencia, porque, al decir de Enrique Puchet (1987) en el prólogo en que se recupera la experiencia de Villa García, Martínez Matonte «si nos rendimos a un actualismo sin horizonte temporal, ya no tendremos las disculpas de que el olvido es impuesto, de que los agentes de la barbarie temen —como en efecto temían— que los libros y los recursos contengan algún agravio contra su borgiana cimitarra de hierro». (Puchet, 1987, en Villa García por dentro, García Matonte, 1987, p. 34).