Alicia Lusiardo nació en México en 1972, país donde vivió hasta sus 12 años (salvo un año en el que vivió en Argentina). Al regreso de su familia a Uruguay, comenzó sexto año de primaria en la escuela Brasil y cursó, posteriormente, sus estudios secundarios en el Colegio Marista Juan Zorrilla de San Martín. Debido a que su infancia transcurrió mayoritariamente en México, siempre tuvo interés en dedicarse a la arqueología, motivo por el cual pretendía volver allí para estudiar dicha disciplina.
De adolescente le encantaba leer libros de terror y ver películas del mismo género. Siempre le gustaron los idiomas, por lo que estudió varios años inglés y algunos de alemán. Tenía también una pasión muy marcada por la fotografía, la cual comenzó a desarrollar al registrar campamentos y retiros de su liceo y, posteriormente, con una cámara de 35 mm que le regalaron sus amigos de la adolescencia. Al terminar la secundaria, en 1990, ingresó a estudiar fotografía en la Escuela Activa de Fotografía de Montevideo, que estaba dirigida por el mexicano Carlos Amérigo, quien vivía la fotografía como una gran pasión; con el tiempo, Carlos sería su maestro y gran mentor.
En 1992 ingresó a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) para comenzar sus estudios en la Licenciatura en Ciencias Antropológicas. Al inicio se inclinaba por la arqueología, pero en el transcurso de los estudios se interesó por la antropología social y la antropología biológica. Realizó toda la licenciatura mientras trabajaba como fotógrafa de prensa en el diario La República donde cubrió desde política hasta deportes, pero con mayor entusiasmo las crónicas policiales. Su inclinación por la antropología forense nació a partir del vínculo de estas dos actividades, su interés particular por la investigación de la muerte a partir de la fotografía y el análisis de restos óseos en la facultad, lo que marcó su perfil en la carrera. Esta combinación la motivó a plantearse cómo a partir de allí, podía contribuir a resolver un problema social y dar una respuesta a una familia y a la justicia. Eso le pareció fascinante y decidió que ese era el camino que quería explorar.
En el 2000, se graduó de Licenciada en Ciencias Antropológicas, opción Investigación, con su trabajo final orientado a Antropología Social: Sobre el valor del ocio en un club de barrio. No obstante, para poder formarse en antropología forense necesitaba viajar al exterior, ya que en Uruguay y en la región no existía formación académica en el área. Ese mismo año viajó a Río de Janeiro, Brasil, para participar en un curso de Especialización en Paleopatología y se le presentó la posibilidad de viajar a los Estados Unidos por motivos familiares; allí intentaría cursar una maestría en antropología forense. Fue recién en el 2002 cuando logró ingresar al programa de posgrados y pudo desarrollar su maestría en la Universidad de Florida, Gainesville.
Durante su residencia en el país del norte, en 2001, nació su hijo Mauricio y, al año siguiente, ingresó a trabajar en el Institute of Food and Agricultural Sciences de la Universidad de Florida. Allí debía plantar maíz, aplicar nitrógeno en las plantas, cosechar el maíz y moler las mazorcas para su estudio posterior como parte de los proyectos de investigación de la Facultad de Ciencias Agrícolas y de la Vida de la universidad. Si bien la tarea no era un gran desafío, sí lo era poder costear las asignaturas y así obtener su maestría. También logró conseguir un teaching assistantship en el Departamento de Antropología del College of Liberal Arts and Sciences en la misma universidad, donde alternaba los semestres trabajando como ayudante de cursos y participando en la investigación de casos forenses en el C. A. Pound Human Identification Laboratory.
En 2005, le otorgaron el Paul and Polly Doughty Research Award, beca otorgada por su trabajo de maestría para el apoyo a estudiantes de posgrado en Antropología, para la investigación o difusión en áreas relacionadas con la paz internacional, los derechos humanos y el desarrollo, con énfasis en Latinoamérica.
Obtuvo su Masters of Arts del Programa de antropología forense del Departamento de Antropología de la Universidad de Florida, en 2005, con su tesis titulada Ancestry determination in two Brazilian populations.
Luego de obtener el posgrado, ese mismo año, comenzó a trabajar como instructora para el Programa de Educación a Distancia en Ciencia Forense de la Universidad de Florida, hasta el año 2019. Esta actividad le permitió desarrollar también otros cursos de educación a distancia en diferentes ámbitos, como, por ejemplo, para profesionales españoles vinculados al Poder Judicial en el Centro de Estudios Jurídicos de Madrid, desde 2010 a 2015.
De regreso a Uruguay, en 2005, presentó un trabajo en el IV Congreso Latinoamericano de Derecho Médico, titulado «El aporte del antropólogo forense al trabajo multidisciplinario en investigación criminal: un estudio de caso», por el cual obtuvo el premio Alejandro F. Saráchaga.
A fines de 2006, fue convocada por el doctor José María López Mazz, quien en aquel entonces dirigía las investigaciones sobre la búsqueda de detenidos desaparecidos durante la última dictadura civil-militar en Uruguay. Dicha investigación había comenzado en junio de 2005 por un convenio entre la Presidencia de la República y la Universidad de la República. El objetivo de las investigaciones hasta ese momento se centraba en la búsqueda, excavación y recuperación, y quedaba excluido el estudio y análisis de los restos óseos. La incorporación de Alicia, una persona formada en antropología forense, con experiencia y dominio de la disciplina, permitió ampliar el trabajo del equipo a otras etapas fundamentales de la investigación antropológica forense. En 2014, se convirtió en la referente del Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF) y en 2017 pasó a ser su coordinadora.
Además, participó en la búsqueda y pericia de los restos óseos del general Timoteo Aparicio, que la llevó a presentar como coautora el trabajo titulado «Análisis médico-antropológico de un caso histórico: la búsqueda de los restos del general Timoteo Aparicio», en 2009, en la órbita del II Congreso de Valoración del Daño Corporal del Mercosur y III Encuentro Rioplatense de Medicina Legal; este artículo le valió el premio compartido de Medicina Legal Dagoberto Puppo Bosch.
Entre las capacitaciones que realizó, se destaca un curso de entrenamiento llevado a cabo en 2010, organizado por el Justice Rapid Response Secretariat en Buenos Aires, Argentina, donde obtuvo el título de Experta en Respuesta Rápida de la Justicia. Este entrenamiento es una asistencia a Estados o instituciones internacionales para llevar a cabo investigaciones, averiguaciones, reconocimientos, apoyo en medicaciones y otras actividades en las cuales es necesaria la identificación, análisis, colecta, preservación y reporte de información relacionada con genocidios, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o serias violaciones a los derechos humanos.
En 2013, formó parte del equipo multidisciplinario internacional que tuvo a cargo la exhumación e investigación de las causas de muerte del expresidente de Brasil João Goulart.
Hacia el 2014, comenzó a trabajar con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) como consultora de casos en México sobre desapariciones locales, en casos como la búsqueda de los 43 normalistas de Ayotzinapa o en el Proyecto Frontera, que tiene como objetivo principal la creación de un mecanismo regional de intercambio de información forense, acerca de migrantes desaparecidos y restos no identificados a lo largo del corredor migratorio constituido por Centroamérica, México y los Estados Unidos.
Alicia ingresó como docente a la FHCE en 2015. A lo largo de su desempeño en el Instituto de Ciencias Antropológicas, creó los cursos de grado Antropología Forense y Osteología Humana para la Licenciatura en Ciencias Antropológicas, en el marco del plan de estudios del año 2014. Además, durante la pandemia se incorporó el curso de grado Antropología Forense II: Estudios de Casos, debido a que no se podía impartir el curso práctico de Osteología. Su aporte a la línea de investigación en Antropología Forense se ha plasmado también en el dictado de cursos de posgrado y de educación permanente, lo que ha promovido la formación de nuevas generaciones de investigadores. Asimismo, impulsó la creación, en el marco del Instituto de Antropología, de una colección osteológica humana que lleva su nombre. Esta colección documentada es un recurso de gran relevancia para la formación práctica de los estudiantes de grado y posgrado, además de que contribuye al desarrollo de proyectos de investigación en el área.
Su trabajo la ha llevado a impartir cursos, participar en conferencias y grupos de trabajo en Latinoamérica, así como también en España, Túnez, Kenia y en el Kurdistán iraquí.
Alicia ha trabajado de manera incansable para impulsar el desarrollo y crecimiento de la antropología forense en la región, al formar parte activamente de la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense (ALAF), asociación civil sin fines de lucro. Fundada en Texas en 2003 y compuesta por profesionales de más de quince países, es la agrupación de antropólogos forenses más grande de Latinoamérica. La asociación tiene como objetivo agrupar profesionales de América Latina que se desempeñan en el ámbito de la antropología y otras disciplinas forenses. Alicia fue parte del Consejo Directivo de la ALAF en varias oportunidades, en 2008 fue nombrada secretaria y luego, gracias a su gran desempeño, fue electa como presidenta durante los períodos 2011-2012 y 2021-2023; y como vicepresidenta en el año 2010 y entre 2018 y 2021.
Una de las contribuciones más importantes que desarrolló para esta organización fue la participación como certificadora en el proceso de certificación de profesionales forenses impulsado por la ALAF. Este proceso surgió a raíz de la carencia de programas de educación formal en antropología forense en América Latina, así como por la importancia de adhesión a las buenas prácticas en esa área. El proceso se basa, por un lado, en la educación, experiencia y trayectoria de los candidatos; y por otro, en la aprobación de un riguroso examen teórico y práctico. Años más tarde se incorporó la certificación en Arqueología Forense, con los mismos objetivos.
Para poder ser parte del directorio certificador, Alicia debió ser certificada en el Smithsonian Institution, en Washington D. C., Estados Unidos. El tribunal de examen estaba integrado por el doctor Douglas Ubelaker, el doctor Steven Symes (miembros de The American Board of Forensic Anthropology) y el doctor José Luis Prieto (miembro de la Forensic Anthropology Society of Europe). Junto con otros colegas, debió pasar una rigurosa prueba teórico-práctica. Una vez aprobado el examen, Alicia se ubicó como el miembro certificado número 1 (DLAF-0001), por haber obtenido la puntuación más elevada. A partir de allí, desde 2013 hasta el 2022, formó parte del comité certificador del Directorio Latinoamericano de Antropología Forense (DLAF) y estuvo a cargo de la evaluación de los candidatos a la certificación en antropología forense en América Latina, junto con tres expertos más de la región. Este rol significa un reconocimiento a su trayectoria e idoneidad en la materia. De esta manera, su aporte al desarrollo de la disciplina ha trascendido las fronteras nacionales y ha contribuido de manera significativa a la consolidación de la antropología forense en la región. En 2016, la ALAF publicó la Guía latinoamericana de buenas prácticas para la aplicación en antropología forense; Lusiardo integró el staff de expertos forenses para la elaboración de este importante documento, que garantiza la estandarización de las prácticas adecuadas para un buen ejercicio de la disciplina.
En el 2020, Alicia se convirtió en miembro del Comité Directivo de la Asociación Uruguaya de Peritos hasta 2023, y es aún miembro activo y parte fundamental de la asociación, donde destaca a través de su participación en actuaciones judiciales como antropóloga forense.
Su desempeño profesional se ha centrado en la actual coordinación del GIAF, la docencia en la FHCE, así como en su trabajo en el EAAF en México. Al conocer su hoja de ruta académica y su manifiesta trayectoria nacional e internacional, podemos decir que Alicia se ha destacado permanentemente por su vocación innata en la docencia y su gran labor profesional. Es una excelente oradora, generosa, muy querida por sus estudiantes y sus colegas por la sencillez en el trato y su forma de explicar, siempre dispuesta a escuchar comentarios y a mejorar sus instancias de intercambio. Esta particularidad atraviesa todos los espacios en los que se desempeña personales y laborales, donde muestra su compromiso, responsabilidad y dedicación de forma humanitaria.
