Educación y trabajo; una perspectiva desde la Cátedra UNESCO EPJA

Presentación elaborada por Alicia Dambrauskas, María Bedrossian y Jorge Camors en el Simposio Educación y formación para el trabajo a lo largo de la vida: grupos en desventaja relativa, desigualdades de género y aprendizajes sociales, de la Asociación Mundial de Ciencias de la Educación (AMSE-AMCE-WAER) 6 a 9 de junio de 2022.

En la Cátedra UNESCO EPJA, ubicada en el Instituto de Educación de la Universidad de la República en Uruguay, una de las líneas de investigación es la articulación entre la educación y el trabajo.

Los objetivos del análisis que nos hemos propuesto son:

  1. Problematizar y analizar las interrelaciones entre “la educación” y “el trabajo”.
  2. Identificar los aportes del trabajo productivo en los procesos educativos de las personas jóvenes y adultas, así como los aportes de la educación, en relación al trabajo productivo.
  3. Analizar el contexto y el estado de situación de las políticas educativas en relación al trabajo.
  4. Relevar necesidades en los actores de la educación, en la relación a la articulación “educación y trabajo”.
  5. Elaborar propuestas que permitan innovar, capitalizar los avances, superar las dificultades y enfrentar los desafíos, en la relación educación y trabajo.

Análisis conceptual

En primer lugar, nos propusimos analizar las concepciones vigentes acerca de “la educación” y “el trabajo”.

La educación:
En su sentido más amplio y profundo, que se recoge en la LGE de 2008

  • Orientación general: El trabajo como elemento integrador en la vida social (art. 3)
  • Fin de la política educativa: el trabajo como un componente fundamental del proceso educativo (art. 13 H)
  • Línea transversal: La educación a través del trabajo (art. 40 F)
  • La participación tiene una presencia destacada en la LGE, como fin y como medio.

Educación Técnico – Profesional: formación para el desempeño calificado de las profesiones y de técnicos medios y superiores, comprendiendo la formación profesional (básica y superior), técnica y tecnológica del nivel medio incluyendo las tecnicaturas. Deberá permitir la continuidad educativa y los conocimientos serán revalidados (art. 28)

Educación No Formal: todas aquellas actividades, medios y ámbitos de educación, que se desarrollan fuera de la educación formal, con valor educativo en sí mismos, y han sido organizados para satisfacer determinados objetivos educativos en diversos ámbitos de la vida social, la capacitación laboral, entre otros (art. 37) (sufre cambios en 2020)

Para el Grupo de Reflexión sobre Educación (2019) “La educación constituye el proceso diversificado, conflictivo y dialógico de construcción del ser humano como persona. Siendo éste el único ser que se caracteriza por la indeterminación de su naturaleza, requiere, tanto para sobrevivir como para desarrollarse, entrar en relación e intercambio con otras personas y con la realidad. Nacer y evolucionar como persona supone necesarias e imprescindibles relaciones e interacciones que tienen lugar dinámicamente, a lo largo de toda la vida.

La educación como interacción humana implica multiplicidad de relaciones entre los actores, grupos y culturas, así como un proceso de comunicación intelectual y afectiva, en que se producen intercambios y transformaciones de saberes, significaciones y valores.”

En el año 2005 en Uruguay, se formula la política “educación para todos a lo largo de toda la vida”. De la misma se puede concluir que: “para todos”, significaría, trascender a las personas que se encontraban escolarizadas; y “a lo largo de toda la vida”, se estaría refiriendo a las personas jóvenes y adultas, fundamentalmente.

Asimismo, se define e incluye en la Ley General de Educación a la educación no formal como política educativa; resultando un desafío proceder a su “reconceptualización”, aquí y ahora, en el marco de una “visión ampliada” de la educación. Corresponde reconocer que a partir del año 2015 esta mención en la ley y su última modificación, relativiza y desvaloriza el concepto y la función de la educación no formal.

A nivel internacional, la actualización de la definición de “aprendizaje y educación de adultos” que se propone en la Conferencia General de UNESCO en el año 2015, “…Designa el conjunto de todos los procesos educativos, formales, no formales e informales, gracias a los cuales personas consideradas adultas por la sociedad a la que pertenecen desarrollan y enriquecen sus capacidades para la vida y el trabajo, tanto en provecho propio como en el de sus comunidades, organizaciones y sociedades…”

Con nuestro subrayado se quiere señalar la dimensión actual de la concepción vigente.

El Trabajo:
(Camors, J. “Pedagogía de la producción”, págs. 25 a 40, MEC – PNET, Montevideo, 2013)

El trabajo: una fuerza aplicada sobre un cuerpo con la energía necesaria para desplazarlo; fuerza por desplazamiento; la capacidad de mover, de lograr un cambio en un determinado estado de situación de la materia en cuestión. El trabajo es un tránsito de energía desde el sujeto, hacia determinados objetos, en un contexto determinado.

El trabajo es, ante todo, un proceso entre el hombre y la naturaleza, durante el cual el hombre, mediante su propia actividad, mediatiza, regula y controla el intercambio de sustancias entre él y la naturaleza. (Marx y Engels, 1932)

El hombre modifica la naturaleza y a la vez se modifica a sí mismo; realiza un fin consciente, adapta los objetos de la naturaleza a sus necesidades.
–  “el trabajo es el fenómeno originario que permite el pasaje del ser orgánico al ser social” (Infranca, 2005 – pág. 27)
–  “habilita el desarrollo de complejos pertenecientes al ser social que se hallan fundados sobre el trabajo” (Infranca, 2005 – pág. 27).

El ser humano se forma en el trabajo y a través de su trabajo, entendido como un proceso que tiene determinadas formas de hacer las cosas y exige determinados recursos propios del sujeto y del medio, para lograr determinados propósitos.

–  “El trabajo es el principio del proceso de hominización del hombre, permite al hombre pasar del estado animal al estado diferente, en el cual emergen primero lábilmente, y luego cada vez más claramente, las características peculiares del ser humano” (Infranca, 2005).

–  “El trabajo es la primera condición fundamental de toda la vida humana, hasta tal punto que, en cierto sentido, deberíamos afirmar que el hombre mismo ha sido creado por el trabajo” (Engels, en “Dialéctica de la naturaleza” de 1986, citado por Infranca, 2005 – pág. 31).

En síntesis: el trabajo es una actividad propiamente humana, que a la vez humaniza, que tiene una determinada intencionalidad y direccionalidad, es un proceso y se logran resultados o productos.
En esta perspectiva, la capacitación y la producción requieren ser ubicadas en un marco teórico y metodológico que permita formular su intencionalidad y las diferentes y posibles formas de transitar, con y en ellas, en forma coherente y pertinente, porque el riesgo de no formar parte de un proyecto y de un proceso, es caer en el vacío de la instrumentalización.

Consideramos entonces que la capacitación profesional se debe ubicar como parte de un proceso educativo que permita acceder, adquirir y desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes, para la vida humana y social, de cada sujeto, teniendo en cuenta las particularidades de sus necesidades, intereses y problemas. En este sentido, el proyecto educativo es un trabajo que permite aprender, ensayar, lograr aciertos y cometer errores, imaginar, crear y producir, en forma individual pero también en conjunto con otros, integrando una “cadena de producción” que articula y complementa saberes (“saber es un conocimiento en acción”; Gándara, 2010), sensibilidades y esfuerzos de varias personas.

Si el desafío de la educación es preparar para la vida y a lo largo de la vida, podemos decir que el trabajo atraviesa lo educativo; el trabajo es educativo y la educación es un trabajo humano y social.

La formación profesional:
(Casanova, F. “Formación Profesional y Relaciones Laborales”, OIT, 2013)
Es una actividad cuyo objeto es descubrir y desarrollar las aptitudes humanas para una vida activa, productiva y satisfactoria. Quienes participan de ella deberían poder comprender individual o colectivamente cuanto concierne a las condiciones de trabajo y al medio social e influir sobre ellos. (Recomendación 150 de OIT)

La formación profesional es:

• Una actividad educativa
• Una actividad vinculada a los procesos de transferencia, innovación y desarrollo de tecnología
• Un hecho laboral, un lugar dentro de las relaciones de trabajo.

El momento presente y el futuro próximo nos exigen desarrollar la capacitación laboral y Formación Profesional en forma convergentes y articuladas con el proceso educativo de las personas a lo largo de toda su vida.

La posterior Recomendación 195 de la OIT relativa a la formación profesional, trasciende esta concepción, que aún queda circunscripta al medio productivo y la ubica como un derecho para todos para cuyo ejercicio los estados deben esforzarse en brindar oportunidades de concretarlo, no solo por su valor intrínseco, sino por sus efectos positivos en el ejercicio de otros derechos humanos.

“(…) la educación y la formación deben atender a metas de desarrollo social, procurando propiciar el desarrollo personal, el acceso a la cultura y la ciudadanía activa y facilitar la consecución y mantenimiento de un trabajo decente para toda la población, como principales medios para evitar la exclusión social y superar la pobreza. Desarrollo económico sostenible y desarrollo social son, desde la perspectiva de la OIT y en el marco de la agenda de promoción del trabajo decente impulsada por esta organización, dos objetivos inseparables e imposibles de alcanzar aisladamente el uno del otro.” (OIT, R195, 2004:7)

Así expresado el propósito sustantivo de la formación profesional, como un ámbito específico dentro del campo educativo, no deberían considerarse la educación y el trabajo como órdenes alternos sino confluyentes, pero, ese vínculo presenta connotaciones diversas y está signado por la complejidad.

La articulación de la educación y el trabajo
El problema teórico y político está indicado por la “y”
La articulación supone la resignificación del trabajo (“redefinir y recuperar su sentido de producción cultural e integrado al circuito de la vida”)

También hay que resignificar la educación; cambios cualitativos en lo formal y no formal. “La tarea pendiente es generar un orden nuevo que resignifique la educación, el trabajo y la relación entre ambos”.
Esto pone en tensión la definición de la institucionalidad “propia y específica” para esta necesaria e impostergable articulación; en nuestro país esto es un desafío.

Desde principios del Siglo XX hasta nuestros días, a pesar de diversos programas y proyectos educativos que apostaron a la integración, y la existencia de fundaciones y refundaciones institucionales, la sociedad uruguaya sigue pensando en términos dicotómicos. La educación es propedéutica o asociada al trabajo. Y esta última es sub-valorada en el imaginario colectivo.

Como una ilustración de este desafío, en 2008 se creó el INEFOP, un Instituto especialmente destinado a la capacitación y formación profesional, con énfasis en la reconversión laboral, y desde el ámbito educativo, aún hoy, no se le visualiza como una institucionalidad vinculada a su campo. Es más, habiendo capacitado 114.000 personas en 2019 (último dato disponible), más que la institución de formación profesional referente en el sistema educativo formal (el Consejo de Educación Técnico-Profesional – UTU), éstas no figuran en las estadísticas educativas nacionales.

En el mismo sentido, la creación de un sistema de formación profesional que integrara las múltiples instituciones que participan de este vasto campo educativo, facilitando las trayectorias educativo-laborales de las personas, reconociendo y acreditando sus aprendizajes y alentando su continuidad y mejora, fue objeto de dos proyectos de ley. Ambos sucumbieron en transiciones gubernamentales (2014 y 2020); hecho que reafirma la relevancia de las políticas de estado en procesos que insumen larga duración, como es el carácter de las políticas educativas, más aún cuando conllevan cambios culturales, como en este caso.

La complejidad del vínculo también hace que anide en su seno el conflicto. La relación entre educación y trabajo se produce en un determinado contexto y tiempo histórico, en el marco de un cierto modelo de desarrollo productivo y social, donde confluyen actores individuales y colectivos con intereses no necesariamente coincidentes.

En este particular contexto histórico en nuestro país, post pandemia y cambio ideológico en el gobierno, la tensión se ve exacerbada y quienes se encuentran más afectados por los efectos de lo que podemos definir como “sindemia1” son las poblaciones más vulnerables, aquellas que tienen menor nivel educativo y como correlato, mayor nivel de informalidad en el empleo. Esto dificulta su acceso a la matriz de protección social brindada por el seguro de desempleo -gran amortiguador de nuestra crisis en el mercado de trabajo durante la emergencia sanitaria-. (Informe sobre situación mercado de trabajo último trimestre 2021, Instituto Cuesta Duarte).

Por tanto, hoy más que nunca, el diseño de políticas públicas que consideren e integren ambas dimensiones constituyen un principio ineludible para un desarrollo sostenible e incluyente. La “Y” es un deber ser.

Las preguntas que nos planteamos:
¿cuál es el lugar del trabajo en la educación y el lugar de la educación en el trabajo?
¿cómo se articula a nivel de las políticas públicas y de las prácticas educativas?
¿quiénes son los sujetos de la educación, cuando pensamos en programas y proyectos de educación y trabajo?
¿qué formación en educación ofrecemos a los agentes que participan en estos proyectos?

Las diferentes respuestas a estas preguntas nos conducirán a la revisión de las políticas educativas, así como a las políticas culturales, artísticas, científicas, sociales y de empleo; la articulación de las políticas públicas y la coordinación interinstitucional, público y privado.

Seguramente nos demandará la revisión de los contenidos y de la metodología del trabajo educativo, en la educación formal y no formal; nos obligará repensar la formación de los profesionales de la educación.

Es necesario avanzar en el reconocimiento, certificación y validación de los conocimientos y habilidades adquiridos en los diferentes cursos y actividades, tanto para la continuidad educativa, como en la certificación laboral.

Es muy importante para la sociedad y el desarrollo humano de todas las personas, consolidar la perspectiva de la educación y el trabajo en la educación pública, formal y no formal, así como complementar los escenarios, contenidos y actores del mundo del trabajo, en la educación, así como problematizar la especificidad que requiere esa articulación. Hay aspectos instalados en la cultura dominante que es necesario discutir y modificar.

En síntesis, es necesario:

a)  problematizar y analizar las interrelaciones entre “la educación” y “el trabajo”. Desde la perspectiva de una modalidad educativa, como trayectoria personal y colectiva, como componente de un proceso de desarrollo socioeconómico, como proyecto político-pedagógico. Es un marco adecuado para discutir “educabilidad” y “empleabilidad”.

b)  identificar los aportes del trabajo productivo en los procesos educativos de las personas y dar lugar a su reconocimiento para la continuidad de su trayectoria en los dos ámbitos; parece ser un tema escasamente abordado en la investigación educativa.

c)  Repensar los aportes de la educación, en relación al trabajo, superando una falsa dicotomía entre dos órdenes sustantivos para el desarrollo y la integración social

d)  los aportes de la educación, en relación al trabajo ,y comprender que una educación integral, necesariamente incluye la dimensión trabajo; debemos reivindicar la perspectiva de la autonomía como finalidad educativa ante los embates del economicismo.

e)  analizar el estado de situación actual y el contexto de las políticas educativas en relación al trabajo: relevar las diferentes estrategias institucionales

f)  relevar las necesidades en los actores de la educación, en la relación a la articulación “educación y trabajo”,

g)  analizar el estado de situación actual y el contexto

h)  repensar la formación que requieren los educadores en este campo específico de la educación.

Es muy importante para la sociedad y el desarrollo humano de todas las personas, consolidar la perspectiva de la educación y el trabajo (educación – trabajo) en la educación pública, formal y no formal, así como complementar los escenarios, contenidos y actores del mundo del trabajo, en la educación.

REFERENCIAS
1 Con la voz sindemia se alude a la coexistencia durante un periodo y en un lugar de dos o más epidemias que comparten factores sociales, de tal modo que estas se retroalimentan entre sí y acaban interactuando y causando secuelas complejas. 

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