Reseña del libro Disputas en torno al carácter público de la educación en Uruguay

Gabriel Quirici1

La obra se propone analizar los procesos históricos y recientes que surcan el debate sobre la educación pública uruguaya con un trabajo detallado de análisis sobre los discursos y diferentes prácticas de política educativa. Una saludable puesta a punto de cómo se está discutiendo sobre educación desde las esferas que han hecho énfasis en la “crisis” educativa como nudo gordiano de sus demandas de cambio. En tal sentido, resulta un trabajo esclarecedor y fundamental para pensar diagnósticos realistas, afinar argumentos y plantearse transformaciones posibles.

Partiendo desde la actualidad quizás más acuciante, Cecilia Sánchez, Gabriela Rodríguez y Cristian López inician el trabajo analizando la intervención de las lógicas de mercado con ideología neoliberal y la producción de subjetividad conservadora en el terreno educativo. Su mirada trasciende lo nacional y evidencian la existencia de un proceso global y regional en donde la centralidad de lo educativo se construye desde la perspectiva del homo economicus conservador. Para la subjetividad de esta neoliberalia conservadora la soberanía plena se concibe desde el mercado. Por tanto el derecho a la educación queda supeditado a la opción individual (adulta) que llega a extremos radicales como las propuestas de homeschooling. La exaltación de los liderazgos (de empleados docentes) y el emprededurismo (para estudiantes) se completa con la posibilidad de que los padres de forma adultocéntrica puedan levantar la muralla individual de “a mis hijos nos los tocan” en contra de los avances en educación sexual por ejemplo. A lo que se suma la postura supuestamente anti-ideológica que, en aras de evitar el adoctrinamiento acusa y encuentra “marxismos culturales” e “ideologías de género” en las prácticas educativas que no están acordes con su filosofía ultraindividualista.  El capítulo es una muy buena exégesis sobre el cruce intenso entre lógicas empresariales y conservadoras que se postulan como defensoras de una libertad individual que degrada la construcción colectiva y democrática de la educación en tanto supone una restricción del espacio de intercambio colectivo para niñas y jóvenes desde la preconcepción “liberal”-conservadora de los adultos. 

Yendo al origen de los tiempos (quizás) Eduardo Sánchez  se propuso rastrear la matriz ideológica de la discursividad privatizadora en el Uruguay. Con recorrido histórico ágil, reflexivo y ampliamente documentado, el autor encuentra en el freno al primer batllismo y la elaboración de la constitución de 1934 (que inauguró el régimen Terro-Herrerista) la conformación de un corpus privatizador respecto a lo educativo. Liderado por los sectores conservadores y la jerarquía iglesia católica, se ubicó la libertad de enseñanza en oposición a la educación pública asociado a la libertad de conciencia católica. Una clara reacción a la avanzada reformista y laica del 900. La cuestión de la libertad de los padres para educar a sus hijos ya aparecía en aquel lejano Uruguay mundialista, al mismo tiempo que se exigía exoneraciones impositivas y se alertaba sobre la intervención estatal fiscalizadora. El capítulo recupera los debates en torno a la extensión de la educación pública y los límites que esta particular concepción de la libertad de enseñanza establecieron. Dando origen a cuestiones que en nuestros días parecen naturalizadas y que, con el correr del tiempo fueron retomadas y resignificadas en la prédica economicista del semanario Búsqueda y en la apertura de la primera universidad privada del país en 1984. Apreciará el lector que la continuidad histórica entre el primer y el segundo capítulo resulta altamente sugerente sobre aspectos de fondo que hacen al debate educativo en nuestro país. Destaque aparte merece la cuestión del rechazo a la intromisión del estado: las defensas de los promotores de la educación libre ante la exigencia de titulación de los docentes, en especial porque muchos de los educadores privados provenían de la cleresía, es un antecedente de larga data sobre la cuestión de la profesionalización docente que al día de hoy, sigue pendiente. Y que, como se documenta en el capítulo de Eduardo Sánchez, tiene un claro sesgo conservador y elitista.

El tercer capítulo elaborado por Cecilia Sánchez analiza en dos sentidos la postura adultocéntrica contemporánea referida a la “defensa de los hijos”. A partir de la difusión de discursos favorables a la educación en el hogar y de la acción particular del colectivo “Red de padres responsables” se observa un camino de apertura hacia concepciones segmentadoras de la educación como derecho. Estas concepciones se relacionan directamente con lo presentando en los capítulos anteriores, lo que permite hilvanar un conjunto temporal sobre las discursividades en educación de honda historicidad. Tanto que, al día de hoy han tenido un importante impacto en la reformulación de la obligatoriedad de en la nueva Ley de Urgente Consideración refrendada en 2022. El capítulo ofrece de un cuidadoso análisis sobre la zona fronteriza en que la no – obligatoriedad de la Ley deja librada en última instancia a voluntad de los adultos la presencia de los estudiantes en el marco escolar público. En síntesis, el capítulo permite relacionar fundamentos históricos y actuales de las avanzadas privatizadoras: la apelación conservadora desde un individualismo extremo que desconfía de la escuela pública como espacio constructivo colectivo. La autonomía radical conservadora de la familia ante lo educación público, tanto en lo académico como en los institucional, se asemeja a la utopía elitista del barrio privado, que fracciona la convivencia y estamenta funcionalmente la universalidad de los derechos. En contrapunto con estas visiones el capítulo subraya la importancia de las políticas que estrechan lazos constructivos y democráticos entre las familias y la escuela.

Los capítulos cuatro y cinco anudan un aspecto de dimensión internacional muy relevante y poco difundido como la acción del think tank estadounidense “Teach for All” (TFA) y su especificada en Uruguay. Guillermo Moyá presenta un pormenorizado análisis del origen y la influencia de esta organización, cuya tarea en la historia reciente ha sido la de instaurar una gramática empresarial desde la construcción de una agenda que, asociando educación pública a fracaso y status quo en plena era de las reaganomics neoliberales, comenzó a impulsar la noción de competitividad y eficiencia económica como cauce para la reforma educativa necesaria. La influencia de esta perspectiva ha recorrido el tiempo y los  países hasta el presente, con un marcado acento en entender la desigualdad educativa desde un reduccionismo gerencial. Victoria Soria por su parte, aterriza la impronta neoliberal de un caso uruguayo, a partir de la experiencia y los postulados de Enseña Uruguay. Observando la conformación de su directorio (de 15 miembros solo uno pose formación en educación) y los fundamentos de un propuesta de “formación docente express” que apuesta mucho más a la construcción de habilidades para la empresa y el “coaching”, asumiendo los principios de TFA. Su capítulo además, despliega un conjunto de infografíasmuy relevantes para conocer la incidencia de esta red global de enseñanza neoliberal que permite dimensionar su impacto, y su capacidad de marcar agendas.

En el capítulo seis Marcelo Alfonzo presenta una descripción de las experiencias de educación gratuitas de gestión privada en el Uruguay, que tanta repercusión han tenido a nivel mediático, como alternativa a la “crisis” de la educación. El capítulo observa como la implementación de estos casos (en especial Impulso y Jubilar) se convirtió en objeto de lucha electoral al ser difundidos como modelo de “lo posible” para superar problemas educativos en contextos críticos. En todas las experiencias privadas gratuitas el autor observa una pedagogía del “soporte” que prioriza la construcción institucional de diversos dispositivos (acompañamientos, trabajo con voluntarios, disciplinamiento docente, preselectividad) para que los estudiantes no tengan excusas y sean capaces de culminar el ciclo educativo. Los principios esgrimidos desde las direcciones de estos centros enfatizan el potencial de la capacidad de gestión, la imposición de una normatividad rígida y exigente como pilares que, sin que esto sea explícito, entran en consonancia con los criterios del paradigma de los capítulos anteriores. Es por demás interesante la sugerencia deficitaria de estos casos exitosos a nivel focalizado a la hora de dar el salto hacia la gobernanza de la educación pública por parte de quienes los toman como modelo y su incapacidad de extenderlos.

Los últimos dos capítulos bajo la pluma del trío integrado por Stefanía Conde, Camila Falkin y Gabriela Rodríguez analizan tres núcleos activos de la política educativa reciente: el Plan Nacional de Educación de actual por un lado y la combinación de los postulados de la iniciativa ciudadana Eduy21 y el programa Red Global de Aprendizajes, por otro. Para el primero emplean la “teoría del mito”, a efectos de analizar críticamente tres postulados de la actual administración. Se destaca en este penúltimo capítulo la elevación de aspectos absolutos sobre la política educativa que realzan la virtud de lo focalizado ante los universal, el énfasis en la gestión contextualizada como eje del cambio educativo.  Mientras que en el último capítulo analizan cómo se construyó desde dos espacios diferentes una perspectiva dicotómica entre un supuesto diagnóstico realista de lo que serían las buenas prácticas de enseñanza a partir de modelos gerencialistas basados en competencias y la autonomía de los centros educativos, reduciendo las perspectivas de política educativa a la construcción de marcos curriculares con un retraimento de la labor docente simplificada al extremo en la idea de, supuestamente aggiornada, de que los educadores no debe ser meros transmisores de contenidos. La conjunción de estos dos últimos capítulos permite entrelazar una cuestión compleja de nuestro tiempo, ya que se pueden observar sintonías y continuidades que recorren transversalmente administraciones y actores influyentes (tanto a nivel del debate público como de la responsabilidad dirigencial) en la educación de los últimos diez años.

Finalmente, el trabajo cierra con una propuesta de agenda para profundizar la investigación en ocho ejes a cargo del coordinador, que resume la centralidad de cada artículo y bien puede ser un mínimo común denominador para encarar los debates a futuros: analizar la hibridación entre lo público y lo privado más allá de dicotomías, explorar la complejidad de estas construcción desde el largo plazo; estar atentos a las utilizaciones de significantes como libertad de enseñanza y crisis de la educación que muchas veces activan problemas complejos pero traducidos en formas de escandalización pública que invisibiliza tal complejidad; ser más cuidadosos e informados para conocer las formas de reproducción ideológica; reflexionar sobre el lugar de los think tanks y las organizaciones locales que los representan alcanzando a veces una hegemonía discursiva sobre las “soluciones” para la desigualdad; analizar el rol de la filantropía y ver qué componentes pedagógicos fundamentos procesos de financiación educativa; recordar, por última, que la categorías equidad y focalización fueron glorificadas en la década de los noventa al mismo tiempo que crecían las filosofías neoliberales y se desdibujaba la educación como derecho desde la perspectiva de la gestión, la eficiencia y el servicio.

A modo de balance general, toda la obra presenta una detalla y explícita descripción de los documentos y principios discursivos analizados. Con un marco de análisis crítico sustentado en una amplia y actualizada literatura nacional e internacional. Lejos de postular pares maniqueos o retrucar clichés, todos los capítulos demuestran seriedad y fundamentación para enmarcar los escenarios de disputa. En su historia reciente, Uruguay lleva más de tres décadas de debates educativos en diversos planos. Lejos de ser un problema, es síntoma de la complejidad y la importancia del tema.  Desafortunadamente, la ubicación mediática y el lugar de coto de caza electoral, han llevado muchas veces al debate a terrenos poco fructíferos, más cercanos al sensacionalismo o el resultadismo. La obra que aquí reseñamos va en sentido contrario, por lo antes mencionado y sin dudas debería ser un punto de partida para la continuidad del intercambio y la experimentación pedagógica y educativa.

Sería interesante, además de los ocho ejes aquí reseñados, intentar establecer algunos criterios de contrastación histórica con los efectos sociales y políticos de algunas de las disputas. Observar, por ejemplo, cuál ha sido la continuidad y/o extensión de las prácticas de gestión privada gratuita en la esfera de ANEP, o cuánto de los postulados históricos sobre libertad de enseñanza y retiro del estado recuperados en la actualidad se hacen efectivos. Así como estar atentos a qué elementos de la nueva política en Formación en Educación y validación del carácter universitario de los títulos docentes se relacionan con los sentidos del TFA, la formación express y el coacheo. Sería también muy interesante contrastar los resultados de la anterior investigación del Departamento de Educación de FHCE sobre los programas educativos en la era progresista y cuánto de los aquí resumido tiene efectos correlativos o bien alternativos.

En resumen, la obra en su conjunto es de gran ayuda para quienes, en el acuerdo o la discrepancia, tengan la intención de mirar los problemas educativos más allá de los titulares y pretendan trabajar en pos del fortalecimiento de una educación universal para todas y todos. Permite afinar argumentos, evitar simplificaciones y tener una mirada al mismo tiempo histórico social y actualizada. 

Agradeciendo la oportunidad de aprender con este trabajo colectivo y honrado de poder reseñarlo quisiera aportar una reflexión final. Entiendo que sería muy importante cruzar estas perspectivas esclarecedoras sobre las disputas con los avances en la diversas teorías didácticas que han acumulado los departamentos disciplinares de Formación Docente. Desde comienzos de siglo se viene construyendo un acervo de novedades en prácticas y experiencias pedagógicas de vanguardia en casos como los de matemáticas, ciencias naturales, sociología,  e historia. Tal cruce, junto con la recuperación de las muy buenas prácticas de comunidades educativas comprometidas con la educación como un derecho resultan claves para poder pensar grandes líneas de transformación educativa con sustento pedagógico democratizador que nos permita soñar e idear una educación del siglo XXI en dónde todas y todos puedan estar estudiando hasta nivel terciario inclusive. La solidez analítico-discursiva, las acumulación de saberes didácticos y las buenas prácticas comunitarias deberían ser el triángulo de construcción de plan general de educación a la altura de las mejores tradiciones de las etapas de expansión de las matrículas uruguayas, y con ello se podrá soñar, idear y comprometer la inversión necesaria para que el país tenga una educación de primera en todos sus niveles, a sus docentes involucrados y con perspectivas de desarrollo, a los estudiantes con positivas experiencias de enseñanza-aprendizaje y a las familias participando desde la solidaridad republicana.

REFERENCIAS

1 Profesor de Historia (IPA), diplomado en Historia Económica (FCS-UDELAR). Profesor asistente de Historia Contemporánea en FIC y FCS. Profesor efectivo de Historia del Uruguay en CFE. Coordinador de las publicaciones “Crónica de nuestro tiempo. Miradas al tiempo presente 1989-2019” (EBO); “Pensar la educación. Más allá de la Media” (ANEP-CODICEN) y “Nosotros que nos queremos tanto. Historia de la relación entre Uruguay y Argentina” (Penguin) en co-autoría con José Rilla y Oscar Brando. Columnista de No toquen nada, Del Sol FM, y colaborador de La Diaria y Brecha. 

 

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